Siklón

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sábado, 31 de enero de 2015

La Quimera del Oro



La Quimera del Oro

Este filme que ocupa el tercer puesto en la filmografía de Charles Chaplin, constituye un gran hito en la historia del cine, ya sea de manera global, o en el cine mudo.
Ficha técnica
Nombre
La Quimera del oro // The Gold Rush
Director, productor y guionista
Charles Chaplin, “Charlot”
Nacionalidad
Inglés
Estreno
26 de junio de 1925
Género
Comedia de aventuras
Lugar de exhibición
Estados Unidos
Otras películas del autor: “Tiempos Modernos”, “Luces de la ciudad”, “El Gran Dictador”, “Candilejas”, “El Circo”, “Mujer en París”, “El Chico”.

Actor
Personaje
Charles Chaplin
El buscador solitario
Mack Swain
Big Jim McKay
Georgia Hale
Georgia
Tom Murray
Black Larsen
Malcolm Waite
Jack Cameron
Henry Bergman
Hank Curtis

La sinopsis de la película se encuentra en plena fiebre del oro, miles de buscadores dispuestos a probar suerte emprenden su viaje a Alaska, donde se desarrolla la trama. Uno de ellos es el interpretado por Charlot y protagonista, el Buscador solitario (“The lone prospector”), que se pierde en la montaña y en medio de una tormenta encuentra la casa de Black Larsen, un buscado criminal, y se queda a vivir allí para no morir de frío junto a otro explorador, Big Jim, que acababa de encontrar una montaña de oro. Tras vivir una serie de aventuras, el Buscador Solitario baja al pueblo al pie de la cima y conoce a la chica de la que se enamora, Georgia, que está siendo cortejada por Jack en un Salón de Baile.

Esta historia tiene un planteamiento ideal para poder exprimir su jugo cinematográfico, se trataba un tema actual en la época, completamente realista, la fiebre del oro que volvía locos a los hombres, siendo muy pocos los que finalmente conseguirían alcanzar la fortuna. El componente social viene dado principalmente por el pueblo, el salón de baile en el cual está la gente y Georgia, la figura amorosa. Dicho pueblo retrata Klondike (frontera canadiense con Alaska), una villa situada al pie de una cordillera, que fue escenario de la Fiebre del Oro de Klondike, a finales del Siglo XIX, lo que nos permite situar espacio-temporalmente la historia, a pesar de no haber menciones concretas a nombres de la época o fechas directas.

Es tendencia pensar cuando nos hablan de una peli de Charlie Chaplin en enmarcarla en el género cómico, y “La Quimera del Oro” no va a ser una excepción. Continuas y pequeñas aventuras (o incidentes) acompañadas de bailes, gestos, y música, siempre desde el punto de vista de la comicidad, por ello enmarcaría la película entre las obras cómicas de aventuras, a pesar de que el trasfondo de la historia no tenga nada que ver con risas y felicidad. En otras películas del director, como “Tiempos Modernos” también podemos vislumbrar el trasfondo de pobreza y hambruna que sufre el protagonista, que en este escenario nevado estarán más presentes que nunca, al tratarse de un clima polar el que les impide conseguir alimento, hasta el extremo de tener que cocer una bota, o recurrir al canibalismo debido a las alucinaciones; en cualquier caso, Charlot nunca pierde la sonrisa y las energías para seguir luchando por sobrevivir y hacerse paso en la vida.

Esto nos lleva directamente a pensar en los personajes. Son pocos, y están bien definidos, empezando por la joya de la corona que no puede ser otro que “El buscador solitario”, interpretado por Chaplin, con una ejecución magistral, totalmente expresiva, artística, y perfecta, notable en todos los momentos en los que aparece: la intro, el forcejeo con la escopeta, la bota cocida, la gallina, la noche con Georgia, la cena con el baile de los panecillos, o la escena final de “la casa colgante”. No cabe duda de que es un actor y un bailarín excepcional, y si no fuera por él, gran parte de la película carecería de humor o incluso de interés, se puede decir que Charlie pone por las nubes el listón de la interpretación, pero su excesiva positividad ante cualquier situación hace de su personaje algo inverosímil, como si se tratase de un superhéroe que ninguna adversidad puede tumbar. Por otra parte los secundarios, Big Jim es un gran hombre bonachón, también cegado por el oro, aún así es humano y lo demuestra cuando conviven en la choza, y al final cuando rescata a Charles de una muerte segura a pesar de no necesitarle más una vez había encontrado la montaña, y comparte el oro con él. Black Larsen es un buscado criminal refugiado y atrapado en la nieve, que se nota que tiene experiencia y sabe que para sobrevivir, necesita cooperar con Big Jim y Charles aunque al principio se negara. Ejecuta su papel de rufián cuando no vuelve de buscar comida y huye tras disparar a dos hombres, topándose con la montaña de oro de Big Jim y golpeándole en la cabeza para no tener que compartirlo, esa es la principal diferencia entre los papeles de estos dos secundarios que protagonizan la primera mitad de la obra.

A partir de la segunda mitad, entra el tema del amor proporcionado por Georgia, que es muy importante y refleja una evolución en la mentalidad de los personajes. Que al principio rechazara a Charles y después, tras ver lo que él se había dedicado por ella, decide amarle sinceramente, es la guinda final para conseguir un final feliz redondo que satisface al espectador, una historia de amor, con desamor, pero que acaba bien. Jack es otro secundario, habitante del pueblo, y frecuente mujeriego en el salón de baile, su papel es el de antagonista de Charles, ya que ambos quieren cortejar a Georgia, es el típico hombre contundente y grande, seguro de sí mismo, pero prepotente y engreído cuando dice a la chica que le haga caso y deje de pensar en otros; finalmente acaba en su sitio desdichado en el amor, al tratarse de una historia con final feliz y ser “el malo”. El último personaje que se podría reseñar mínimamente es Hank Curtis, un hombre que mete a Charles en su casa tras verle desmayado tirado en el hielo, le da de comer y le asiste. Deja a Charlie al cuidado de su casa mientras se va fuera, que tal vez fuera la razón por la que le recogió del hielo, representa el papel, tan verosímil como los anteriores secundarios,  de alma caritativa que ayuda al vagabundo en un momento de dificultad, y que sin él, tal vez hubiese acabado falleciendo por hambre o frío.

La película tiene dos partes, una primera en la que Charles, Big Jim, y Larsen conviven en la montaña, hasta que se separan, y en la segunda parte aparece el pueblo, el salón de baile, la pérdida de memoria de Big Jim, y finalmente la resolución. Cada parte está compuesta por pequeños sucesos, algunos que condicionan la trama, como la llegada a la choza, la búsqueda de comida de Larsen, la pelea entre Jack y Charles, y otras sin mayor importancia en el argumento como el cocido de la bota, el sueño de Charles en el plantón de Nochevieja… es por esto que los picos de clímax de la película son continuos, se encuentran en una curva sinusoidal que constantemente sube y baja con cada escena. La velocidad puede resultar lenta por la simplicidad de los hechos, media película sobre la vida en el refugio de nieve, y otra mitad sobre el cortejo de una dama, pero aún así se hace perfectamente amena y rápida gracias a la música y el interés en la interpretación, encontrando los mayores clímax de emoción, en mi opinión, en la escena del forcejeo con la escopeta, la pelea entre Jack y Charles, y la escena final de Big Jim y Charlie intentando salir de la casa antes de encontrar el oro; entre medias siempre ocurren incidentes que mantienen viva la atención del espectador, cuando matan al oso con la escopeta, bailes, las amigas de Georgia…

El aspecto visual es acorde a la época en la que se rodó, la imagen suele ser fija, y repitiendo siempre los mismo planos, generalmente Planos Enteros (Choza, o salón de baile), y en contadas ocasiones primer plano de Charles como en el baile de los panecillos, o cuando bordea desolado el salón. En esta escena se recrea mediante luces el estado sentimental del vagabundo, ya que todo está completamente oscuro, excepto dentro, que se encuentra todo iluminado, y una parte de la cara de Charles, mientras mira por la ventana. La película es en blanco y negro, por lo que no se pueden realizar construcciones coloridas para dotar de mayor expresión a las escenas, y el sonido es continuamente música clásica de piano que simplemente acompaña a la acción, como si se tratase de un cuento. En 1942 “La Quimera de Oro” fue reestrenada acoplando sonido, y un nuevo acompañamiento, sustituyendo los carteles del narrador por la voz del susodicho, o de los personajes, siendo nominada a dos Óscars por mejor sonido y mejor banda sonora. Así como la diversidad de planos es nula, la angulación también resulta escasa, visible en pocas escenas como el forcejeo, o la visión de la casa sobre la montaña de oro. Para realizar escenas como la salida de Chaplin y Jim de la casa, simplemente se tumba la cámara para dar sensación de inclinación, nada que ver con las técnicas mil veces más avanzadas que se pueden aprovechar hoy día.


Esta producción cuenta con algunas escenas que han trascendido a la historia del cine, como el guiso de la bota de Charlot que emula una deliciosa comida para los hambrientos buscadores de oro, atrapados en la nieve. Aquí se muestra la desgracia del hambre, un problema global que no debería pasar inadvertido para el mundo, constante en las producciones de Charles. Por otra parte está la escena del baile onírico de los panecillos, que realiza el vagabundo en sueños mientras duerme en Nochevieja tras el plantón de Georgia. Aquí se vuelve a reflejar la búsqueda de la felicidad, por parte del protagonista, que está ligada a su amor pasional por Georgia, a quien deleita con este encantador baile con un par de tenedores y trozos de pan.

Tal vez sea por la diferencia generacional, pero la escena que más impacto me ha causado ha sido la primera de todas, esa cola interminable de personas que dejan sus casas para coger el pico y viajar en busca del oro. Ya había oído hablar de la fiebre del oro, pero nunca me habría esperado que la gente realmente se volviera enferma de codicia, pero es explicable viendo la sociedad en la que vivimos, controlada por la riqueza y el egoísmo.

Es evidente que se trata de una obra de peso tanto en la historia cinematográfica del director como la del cine en general, mérito que reconozco en todos sus aspectos, atribuido por los medios de los que disponía Chaplin en la época, y que trasciende a nuestras fechas dejando un buen sabor de boca y sentimiento de producción estrella más que algunas superproducciones contemporáneas. Este contraste de medios con la actualidad, y diferente sentido del humor al que se le da hoy en día a las comedias tal vez sea la razón principal por la que sentirnos llenos de gozo tras verla, y es por esto que la califico con 5 estrellas bien merecidas al no poder aportar críticas negativas ni carencias de “La Quimera del Oro”



Marcos Domínguez Velad

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